


My
Acting Book
SI LO QUE SIENTO NO ES AMOR, ENTONCES ¿QUÉ ES?
(Basado en el libro “Otoño Azul” de José Ramón Ayllón)
Escenario vacío y a media luz. Paula, una chica adolescente, entra a escena sonriente jugando con su cabello mientras piensa en Niche, el chico que conoció hace unas semanas.
PAULA: Niche. (ríe) Qué raro nombre. ¿Cómo se llamará de verdad? ¿Nicho? (ríe más fuerte, pero corta su risa de repente)
¡Lo siento mamá! ¡No quería despertarte! (público) Sé que a veces soy un poco escandalosa, pero no sé por qué ahora ando tan feliz.
Normalmente vengo de la escuela, más callada de lo habitual y ayudo a mamá a corregir exámenes de filosofía de opción múltiple. Ahora que lo pienso… (ilusionada) ¿Habré corregido alguna vez el examen de Niche? Ay, hablas tonterías. Ni que te importara… bueno… no mucho.
¿Qué te pasa Paula? No pareces tú. (deja de estar molesta consigo misma y sonríe) Quizás no eres tú. (hablando para sí misma)¿Desde cuándo? Bah, claro que lo sabes. Desde ese día en el tren. No ha pasado mucho desde que me senté en esa vagoneta. Todo iba tranquilo. Rutinario. Todo lo que una chica puede esperar de volver en tren a su casa después de la escuela. Hasta que alguien se sentó a mi lado.
Muchas personas subían y bajaban en cada estación… ¿qué de nuevo había en eso? Nada, excepto el hecho de que la persona a mi lado tenía sobre sus piernas el mismo libro de filosofía que yo estaba leyendo. ¿Será de mi curso? Imposible, me hubiera pasado la voz… Entonces ¿quién era?
Vi por la ventana el reflejo de una melena rubia y unos ojos que… ¿estaban mirándome? Ahora sí ni loca volteaba.
Pero no fue necesario, porque de repente me habla. Parece que él también se ha fijado que llevamos el mismo libro y al parecer también vamos al mismo curso pero en diferentes escuelas. A pesar de que carga el libro consigo, resulta que odia la filosofía, sobretodo porque la profesora que le enseña es una bruja. (ríe irónicamente) Sí… sigo sin creer que haya dicho que mi mamá es una bruja, pero bueno… sí que lo es…(grita en dirección a donde su mamá supuestamente duerme)¡Pero sólo a veces mamá! (ríe) Él todavía no sabe que su profesora es mi mamá y que acaba de conocer a la hija de esa odiosa bruja. Me dijo que lo llamaba Niche y fue allí donde me acordé de un Niche revoltoso del que mi mamá siempre se quejaba. Él no parecía de la clase de chicos que les guste dar problemas, pero me daba la impresión que no era el más feliz de todos.
Bajé en mi estación y no lo volví a ver, es más, hasta me olvidé de él.
Así pasaron los días, y de nuevo me encontraba camino a casa en el mismo tren de siempre, sólo que ahora no estaba sentada y luchaba por no ahogarme en un mar de gente a esa hora punta que todos odiamos. (recrea el momento del tren mientras habla) Cuando intentaba sostenerme como podía del barandal, porque cómo ven soy chiquita y bueno… digamos que la gente puede literalmente pasarme por encima… créanme me ha pasado, mis ojos se pierden en unos rizos dorados mientras veo como el mismísimo David de Miguel Ángel cobra vida delante de mis ojos… ¿creen que exagero?
(Habla para ella misma. Enamorada. Sumergida en lo que dice) ¿Cómo no perderse en sus ojos azules que miran con tal paciencia y fascinación el mundo, pero que a la vez tienen un atisbo de melancolía que provoca abrazarlo hasta que sus ojos dejen caer sus lágrimas contenidas? (Pausa. Mira al público, sorprendida de lo que acaba de decir) ¿Creen que estoy enamorada? Ay Paula, hablas puras tonterías.
Bueno, digo melancolía porque precisamente esa tarde fue cuando más tristeza veía en su mirada, y sin querer siquiera terminé preguntándole como tonta si estaba triste… ¡Qué burrada la mía! Una desconocida queriendo saber de la vida privada de un chico que bueno… digamos que vale la pena conocer. (sorprendida de lo que acaba de decir)¡Paula compórtate!
Bueno a lo que iba es que me sorprendió mucho cuando, a pesar de lo directa y mensa que fui al preguntarle, me respondió con absoluta sinceridad. Era por su madre. Su difunta madre. El mundo se me cayó a los pies y no sabía qué responder. “¡Maldita sea tu curiosidad Paula!”, era lo único que cruzaba por mi cabeza mientras me imaginaba dando cabezazos contra una pared. Dos burradas en un día y encima con un chico lindo… a eso sí que se le llamaba desaprovechar oportunidades.
Yo bajaba en Masnou como siempre, y él en Vilassar. Mi paradero estaba próximo y se supone que ya tenía que abrirme espacio en la multitud de pasajeros hacia la puerta, pero mis pies se quedaron quietos y mi mano por impulso cogió el libro que tenía conmigo y se lo entregó a él sin titubear. ¿Por qué lo hice? No lo sé, de seguro una parte de mí quería que lo tuviera, que se quedara con un recuerdo mío, con “algo” mío… que no me olvidase.“Devuélvemelo cuando puedas”, alcancé a decir con el corazón en la boca, pero con una sonrisa por haber hecho caso a mí no tan certero instinto.
Bajaba las escaleras, orgullosa de mi astucia, cuando una voz grave y familiar dice mi nombre junto con una propuesta: (imitando la voz de Niche) “¿Puedo decirte algo al oído?”(ríe y suspira entusiasta) ¡Niche susúrrame una novela completa si quieres! (pausa. Suspira) Pero el recuerdo más lindo de todos no fueron las palabras que me dijo, porque en realidad no dijo ninguna, sino el roce de sus labios en mi mejilla ya sonrosada, seguido de la sensación más encantadora que una chica puede sentir. (Pausa) Niche, Niche, Niche… Si lo que siento no es amor, entonces ¿qué es?
FIN